No pierdas la ilusión, no renuncies a tus sueños, a vivir la vida que deseas, el trabajo que deseas, etc. pues de hacerlo estarás renunciando a ti mismo y a ser feliz. En este post quiero compartir contigo una experiencia de asesoramiento que tuve con un cliente, el cual me ha autorizado a compartirla contigo para que pueda ayudarte y servirte su transformación. Este hecho es una realidad vivida por un joven terminando sus estudios, pero me consta que hay muchas personas que sienten lo mismo que él y por lo tanto te pido que tengas la edad que tengas ¡no pierdas la ilusión, nunca es tarde!
Conforme vamos teniendo años nos damos cuenta de que la edad y el tiempo es relativo, recuerdo como para mi hermana (a sus 5 años) era un problema para siempre, insuperable y terrible, el haber discutido con su amiga. Me buscaba llorando y no comprendía que ese suceso solo era pasajero (sobre todo a esa edad) y que nada era insuperable, terrible o para siempre. Lo bonito era ver que al día siguiente venia sonriendo y decía tenías razón, ya somos amigas de nuevo.
Esto nos sucede muchas veces a lo largo de la vida y si no piensa en ese examen que no podré aprobar, ese carnet de conducir inalcanzable, etc. Por supuesto, hay sucesos en la vida, pérdidas de seres queridos, etc. que pueden dejar una marca en nosotros, pero incluso en esas situaciones más extremas si conservamos la ilusión y hacemos lo necesario pueden dejar de ser insuperables.
¡Ya es demasiado tarde!
Como decía antes, el tiempo es relativo y por ello la edad de este cliente es importante para su historia. Se trata de Juan, un joven estudiante del último año de carrera de ingeniería que me comenta, frustrado, su hastío por eso que estudia y ha elegido. Conforme ha ido avanzando la carrera ha visto cada vez más claro que no le gusta para nada el tipo de profesión y tareas a las que podrá dedicarse. Pero, con 23 años y en cuarto de carrera para Juan ya es demasiado tarde…
Durante mi charla con él, entre otras preguntas indago en sus opciones a la hora de elegir los estudios pues hay quién no tiene ni idea de qué hacer y se deja llevar por modas, por un amigo, etc. y otros que si dudaban entre varias opciones. En el caso de Juan, su sueño era ser Veterinario pero por motivos económicos no pudo ser. No existía esa carrera cerca de su casa y no era asumible el coste de irse fuera.
Me encanta observar a las personas cuando hablan de lo que les gusta, el poder ver ese brillo en los ojos de alguien que está hablando de lo que le apasiona. El sentir que no se da cuenta de que sabe lo que desea y que realmente está a su alcance la más auténtica felicidad me da aún más fuerzas para hacer que se escuche con atención y pueda abrir los ojos a una realidad que se está negando porque según Juan, Pepe, Luisa, María… ya es demasiado tarde.
Cuando comprobé que realmente le apasionaba el trabajar con animales le plantee lógicamente que luchase por su sueño. «¿Por qué no trabajas aunque no te guste ese empleo mientras estudias veterinaria a distancia?» Peros, pegas, inconvenientes y excusas absurdas suelen aflorar como el típico «No vale la pena», «¿de verdad no vale la pena conseguir el trabajo que hará que te levantes y acuestes con una sonrisa? No me lo creo.»
Eso es un mecanismo de defensa que tiene nuestro cerebro, le da miedo lo desconocido, el esfuerzo que supone el salir de ese lugar tan cómodo llamado «zona de confort» y el miedo es una emoción que paraliza. Lo que suele funcionar es la técnica de la visualización, el verse haciendo eso que se desea.
El problema en este caso en particular era económico, pues el dinero no se podía invertir en más estudios ya que hay una familia a la que ayudar y las tasas ahora son más caras. Pero como no me gusta que el miedo y los inconvenientes ganen la batalla a la ilusión y el fuego interior de la pasión que supone hacer lo que te gusta, seguí insistiendo.
Bueno, una carrera no podrá estudiar, pero ¿qué más profesiones hay que trabajen con animales? Los veterinarios tienen auxiliares ayudándoles y un auxiliar de veterinaria es un módulo de formación profesional que es mucho más económico y puede incluso hacerse en un año. 🙂
No puedo describirte lo bonito que es ver como la cara de una persona que está derrotada por la situación y que siente que debe renunciar a lo que desea cambia al ver una posibilidad. En cuestión de milisegundos vuelve esa luz a su mirada, la postura corporal cambia y se sienta más erguido y la sonrisa se dibuja en su rostro mientras asiente con la cabeza y mira las cifras y plazos establecidos.
Está a punto de acabar la carrera y decidido a terminarla, pues por dos asignaturas tampoco va a dejar algo a medias y además hasta el año siguiente no podría estudiar para ser auxiliar de veterinaria. Me dice que le han dado ganas hasta de estudiar esas asignaturas que no podía ni ver. Le aconsejo que cuando tenga un día de esos que dices buff, que rollo es esto que estoy leyendo, no me gusta nada este tema, etc. y se siente la tentación de levantarse y dejar de estudiar, se recuerde por qué está estudiando eso.
En este caso se optó por una foto de un perrito que recogió herido de la calle hace años y que curó y llevó a una casa de acogida. A los días me dice que está muy contento y la foto le ayuda mucho a seguir estudiando. Además ha pensado que cuando trabaje de Auxiliar de veterinaria hará la carrera en cuanto pueda para ser veterinario. «¡Aunque tarde 10 años en sacar la carrera, lo haré!»
Es curioso como con la misma edad y mismas circunstancias, al principio era demasiado tarde y ahora no importa tardar 10 años. ¿Sabes por qué? Por el contacto con esa pasión interior que provoca hacer lo que uno más quiere en el mundo. Ya lo dice el dicho «más vale malo conocido que bueno por conocer«.
Las personas tenemos miedo a buscar lo que nos hará felices, pero en el momento que experimentamos esa auténtica felicidad somos capaces de lo que haga falta por conservarla.
¿Cuál es tu ilusión? ¿De verdad no hay nada que te acerque un poco más a lo que te apasiona? 😉