Hoy quiero compartir contigo una experiencia que he tenido realizando un proceso de selección para encontrar un comercial técnico de grandes cuentas.
Tras las oportunas cribas y entrevistas telefónicas, comencé la fase de entrevistas personales con un grupo de 15 candidatos que parecían cumplir lo necesario para ocupar el puesto. De esos 15 me quedé con 5 y después con los 3 que harían la entrevista con la dirección de la empresa que me contrató para el proceso de selección. De esos 3 finalmente tendríamos al candidato seleccionado para el puesto.
La experiencia que puede suponer hoy un aprendizaje para muchos de vosotros, vino en la entrevista final con uno de los candidatos. El director de la empresa le preguntó acerca de una de sus aficiones: el cine. Esto ya era hacia el final de la entrevista y el ambiente era más bien relajado, pues las cosas habían ido bien hasta ese momento. La realidad es que le gustaba el candidato y quería simplemente saber si compartían gustos cinematográficos.
¿Cuál es tu película favorita?, le preguntó, como decía antes sin ningún doble sentido.
El entrevistado quedó unos segundos pensando, como analizando toda su colección de películas, y finalmente contestó: pues son dos, «Trainspotting» y «La naranja mecánica«.
«¡Ahí va!», recuerdo que pensé, porque a menos que le gustase ese tipo de películas al director de la empresa había sido sin duda una mala elección por parte del candidato.
¿Y de qué van esas películas?, le preguntó a continuación el director de la empresa. Y entonces fue cuando el candidato debió darse cuenta de que quizá podría haber dicho otros títulos, con gesto de preocupación, se esforzó en contar de qué van ambas películas sin que se pudiera coger una imagen inadecuada de él. Le costó horrores contar que «Trainspotting» narra la historia de un drogadicto y que «La naranja mecánica» cuenta la vida de un joven cuya única pasión es la violencia y la violación.
Este candidato fue descartado, no directamente por sus gustos cinematográficos sino porque arruinó el resto de entrevista que quedaba por delante. Los nervios e incomodidad de la respuesta le acompañaron en el resto de preguntas. Además hubo otra persona que lo hizo mucho mejor en esa última entrevista.
Pero sin duda, esta anécdota hizo que el director de la empresa por un segundo quedara dubitativo pensando en qué tipo de persona tendría ante sí. Es evidente que se trataba de cine, algo ficticio, y que el candidato no tenía porqué ser adicto a las drogas o a la violencia, pero sin duda se había creado un situación incómoda que contagio el ambiente durante el resto de la entrevista.
El aprendizaje que podemos extraer de esta situación es claro: no te compliques la vida aportando una información que, además de irrelevante para el puesto, encima pueda añadir algún punto en tu contra. Por ejemplo en este caso habría sido mucho más fácil decir que su película favorita era una de héroes o la película del momento en cartelera que no tenga un tinte violento, político, religioso, o de adicciones, en lugar de afirmar algo que podría producir cierto rechazo.
Lo mismo que con las películas puede pasarte con los hobbies, que no todos son adecuados. Esta bien querer ser sincero y mostrarse como uno es, pero no si eso puede perjudicarte, no hablo de mentir, hablo de decir algo que sea verdad también pero menos negativo para tus intereses.
Ahora que sale el tema, ¿Cuál es tu película favorita? 😉